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Tras un fallo en sus feromonas comunicativas, las hormigas realizan un ritual mortuorio conocido como el molino de la muerte. En él, miles y miles de individuos se siguen unos a otros, ciegamente formando una espiral masiva hasta que mueren exhaustas de tanto caminar.

 

Cada marca es una quemadura física sobre el lienzo que deja un hueco o vacío permanente.

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